Las epigrafías que el Amigo Kiko nos mostró en este Barranco de Balo
son testimonios elocuentes de que los
líbico-bereberes canario tenían un alfabeto propio,
completamente distinto del romano
y que su cultura literaria no estaba limitada a grabar inscripciones en las rocas
lávicas y basálticas, sino que utilizaban la escritura en las necesidades de la
vida social para el cambio de ideas, empleando por lo menos tablillas.
Suponemos que éstas fueron parecidas a las tábulas romanas, de madera de
pino con una capa de cera u otra sustancia, para escribir con el estilo

 
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